Cansado del camino se sentó a llorar... llevaba los zapatos rotos y las ropas carcomidas por el tiempo.
Sobre el suelo flagelado reposó sus lágrimas y contempló a la luna vanidosa desfilar sobre la bóveda celeste.
El pasar de los años nunca le hizo tan feliz como esa noche de brisa cálida.
El aire en sus pulmones provocaba la lluvia de sus ojos.
¿Qué tenía ese hombre al que solía versele sin rumbo?
Los bolsillos vacíos y el orgullo de mirar al cielo y sentirse pleno...
la grandeza del amor de una madre al regalarle vida...
la amistad de su amigo el jardinero...
su romance eterno con el sol al huir todas las tardes...
la lluvia de abril al lavar sus pies...
el cansancio al terminar el día...
la música del viento para amenizar senderos...
los problemas cotidianos y la infinidad de soluciones...
tenía la vida... y el agujero de sus bolsillos vacíos.
Petit rat
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